TIPS para los resfriados
Aquí te dejo algunos consejos para cuando estés resfriad@. Espero que te puedan ayudar.
1. Descansar todo lo que sea posible, especialmente si se
presenta fiebre. De esta forma, nuestro organismo recuperará fuerzas.
2. Mantener un ambiente
cálido y sin excesiva humedad.
3. Evitar los
cambios bruscos de temperatura y las bebidas excesivamente frías –con
hielos- o calientes.
4. Dejar de fumar
y evitar los ambientes con humo, ya que irritan todavía más nuestra garganta y
mucosas.
5. Alimentarse
adecuadamente. Especialmente con frutas y verduras, que son fuentes de vitaminas
y minerales que ayudan al cuerpo a desarrollar sus propias defensas.
6. Beber gran cantidad
de líquidos. Puesto que ayudan a eliminar la mucosidad, previenen la
deshidratación y alivian el dolor de garganta. Sin embargo, hay que evitar las
bebidas alcohólicas, que pueden interferir con la medicación.
7. Realizar
aspiraciones de agua con sal o vahos de eucalipto. Para aliviar la
congestión nasal. Se consigue también una acción expectorante. En el caso de
niños pequeños con exceso de mucosidad, se recomienda el lavado nasal con suero
fisiológico 15 minutos antes de las comidas y antes de irse a dormir.
8. Beber mucho y hacer
gárgaras con agua caliente con limón y miel. La acción emulgente nos
permite calmar el dolor de garganta. A pesar de la creencia popular, es
preferible emplear agua a frente a la leche con miel, ya que los lácteos pueden
aumentar la mucosidad.
9. Consultar al
farmacéutico y evitar la automedicación. Como profesional de la salud,
el farmacéutico sabrá aconsejarnos tanto acerca de hábitos saludables como de
los distintos tratamientos a nuestro alcance. Además, si se quiere recurrir a
fármacos que alivian los síntomas, como antigripales, descongestivos, o
analgésicos, es indispensable contar con su asesoramiento o el de un médico.
10. Cuidado con los
antibióticos. Es muy importante que no se tomen antibióticos por cuenta propia:
además de que no son efectivos contra el catarro, ya que este está causado por
un virus y no por una bacteria, el hecho de utilizarlos de manera incorrecta o
frecuente puede hacer que nuestro organismo se haga resistente a ellos. Esto
implica que, cuando realmente los necesitemos para tratar alguna enfermedad,
podrían no hacernos ningún efecto.
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